Las semillas de maíz en marca una intrincada relación del habitar en diferentes condiciones, su interacción con el ser humano es casi indisoluble, cada producto que se consume posee una traza de este cereal, esta semilla que carga una memoria tanto espacial como sensorial se trasmite y transporta en cada paso del ser humano en el acto de colonizar un territorio nuevo, al aparecer la ingeniería biológica es tal su relación que es una de las primeras semillas en ser manipulada genéticamente para evitar la afección de plagas o enfermedades en su cultivo, aparecen las multinacionales que se aprovechan de esta manipulación y propagación generando su promoción  en diferentes países con la creación de legislaciones que promueven la certificación de semillas y monopolización de estas.

La pieza busca criticar desde un estado metafórico con la utilización de un dispensador de chicle como se crean legislaciones que favorecen un desarrollo económico solo para unas entidades sin pensar en la real afección que puede crear en la producción agrícola, la soberanía alimenticia y la diversidad biológica dicha legislación.